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La creación literaria como forma de interrupción.

  • Foto del escritor: Alberto Nava
    Alberto Nava
  • 16 jun
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 19 jun

La creación literaria no es una consecuencia lógica del lenguaje, sino su interrupción. Escribir no es continuar el mundo, sino ponerlo en pausa para mirarlo de otra forma. La literatura, en ese sentido, no es reproducción: es crítica, desvío, síntoma.


En su dimensión más íntima, escribir es enfrentarse a lo inefable. Nombrar lo que no ha sido dicho del todo, lo que se escurre en las conversaciones diarias, lo que se experimenta sin articularse. Escribir es saber que lo que se nombra está siempre incompleto. Lo literario es el espacio donde el lenguaje se reconoce frágil, y, sin embargo, persiste en su intento.


Desde un punto de vista teórico, la creación literaria puede pensarse como una práctica de subjetivación. Michel Foucault afirmaba que el discurso no solo representa el mundo, sino que produce modos de existencia. Escribir, entonces, es también un modo de hacerse un cuerpo, de instalar una voz, de probar una forma distinta de estar en el tiempo. La literatura resiste la utilidad; opera con materiales sensibles: recuerdos, cuerpos, ritmos, heridas. No siempre busca cerrar sentido. A veces se escribe para dejar abierta una pregunta. 

Presentación performática de Zombiosis. 11 de junio. Centro Cultural de España.
Presentación performática de Zombiosis. 11 de junio. Centro Cultural de España.
El texto no es el lugar donde todo se resuelve, sino el atisbo de una posibilidad: de pensar, de sentir, de interrumpir la repetición.

No es casual que muchxs escritorxs hablen del momento de creación como un trance, una suerte de pérdida parcial de control. Algo escribe a través de quien escribe. El yo se desdibuja, se fragmenta, se vuelve herramienta de una voz que, a veces ,no se sabe de dónde viene. 

¡El huitlacoche!
¡El huitlacoche!

Pero la creación literaria no es únicamente un acto individual. Es también una práctica situada. No hay neutralidad posible. La literatura puede pensarse entonces como una forma de archivo: no el archivo institucional que conserva lo ya dicho, sino un archivo bastardo donde lo afectivo ejecuta. Se trata de un archivo que interrumpe la cronología dominante y permite volver sobre lo olvidado, lo excluido, lo no dicho. 


En tiempos donde la velocidad y la eficiencia dominan los imaginarios sociales, escribir se vuelve un acto de desobediencia. No porque se oponga frontalmente a lo real, sino porque lo ralentiza. Escribir es detenerse a observar lo que otros pasan por alto. Y en esa forma, dejar que aparezca lo monstruoso, lo bello, lo incómodo.

Maira Colín
Maira Colín
La creación literaria, entonces, es una necesidad del lenguaje para pensarse a sí mismo. Una necesidad del cuerpo para no callar. Una necesidad del tiempo para no repetirse en automático. Escribir es insistir en que otra forma de estar en el mundo es posible, aunque solo sea en el espacio de una página.

Ahora bien, escribir es, casi siempre, una experiencia solitaria. El cuerpo que escribe se aísla, se vuelve cueva, trinchera, confesionario. Pero hay algo que ocurre cuando esa escritura se comparte. Compartir la escritura con los amigos es permitir que el texto respire en otra voz, en otra mirada. Es permitir que lo propio se vuelva común. 


Escribir con otros no significa escribir en coro ni pactar una estética ni corregirse. Significa acompañarse en el vértigo. Nombrarse en el umbral. Sostenerse cuando la página parece un abismo. En ese gesto, lo literario deja de ser un ejercicio narcisista para convertirse en una forma de cuidado. 

Abraham Castillo y Alberto Nava
Abraham Castillo y Alberto Nava
La amistad en la escritura no es solo afecto: es política. Escribir en compañía es hacer espacio a la duda, legitimar la fragilidad, habilitar otras formas de saber. A veces, lxs amigxs no corrigen ni sugieren: simplemente están. Y eso es suficiente.

Muchos de los gestos más importantes en una vida de escritura no ocurren en la soledad del escritorio, sino en una conversación mínima, una lectura compartida. Porque la escritura también hace comunidad, no solo en lo temático, sino en la práctica misma. Guiar en la escritura no es enseñar fórmulas. Es ayudar a que el texto escuche su propia voz. Es abrir espacio para que lo que no sabe decirse encuentre ritmo. 


Lucia Isabel Bazán
Lucia Isabel Bazán

Compartir la escritura con lxs amigxs es refugio frente a la idea de lx autorx solitario y genial. Contra el mandato de producir sin pausa. Contra la industria que mide el valor del texto por su mercado. Escribir con otrxs, leer con otrxs, ser parte del gesto de una escritura que se vuelve diálogo. Hay textos que no habrían llegado al mundo si no hubiera existido una amistad que los acompañara. A veces, la escritura necesita de otra voz para poder tener sentido. 

Fernando Clavijo
Fernando Clavijo

Editar es muy similar a ese diálogo, es leer con atención radical, es una forma de atención rigurosa, casi ética, lo que implica acercarse al texto no solo para detectar errores o inconsistencias, sino para entender su lógica interna, sus zonas de tensión, sus silencios. Editar es, en ese sentido, una práctica de interpretación. Exige reconocer qué busca decir el texto, qué fuerza sostiene su ritmo, qué estructura lo acompaña. No se trata de corregir desde un lugar de superioridad, sino de acompañar desde el entendimiento. Unx buenx editorx no impone un estilo, sino que ayuda a que el texto se escuche a sí mismo con más nitidez.


Pirámide de Cuicuilco
Pirámide de Cuicuilco
Publicar, en cambio, es asumir el riesgo. Es convertir un archivo en objeto, una voz en acontecimiento. Es enfrentarse a que el texto ya no pertenece solo a quien lo escribió, ya que entra en la esfera pública, y ahí se transforma. Puede ser leído de formas inesperadas, ser subrayado, rechazado, malinterpretado, amado. Cada lectura es una reescritura. Y eso es, también, parte de su potencia. Hay una dimensión política en cada decisión editorial: qué se publica, cómo, en qué condiciones materiales, bajo qué lógicas de distribución. Elegir publicar un libro hoy en una editorial independiente es un posicionamiento frente al algoritmo, frente a la velocidad, frente a las leyes del mercado. 

Maira Colín, Ramakrishna y Guadalupe.
Maira Colín, Ramakrishna y Guadalupe.

Escribo esto porque Zombiosis es el resultado de un proceso que pasó por todo lo anterior. Esta novela comenzó con un par de cuentos y fue creciendo, mutando, desbordando sus propios límites hasta encontrar la forma narrativa que hoy presentamos. He tenido la fortuna de acompañarla desde sus primeros brotes: leer diversas versiones, ver cómo el texto se enfrentaba a sí mismo y, a veces, incluso cómo dudaba de ser novela. Eso lo vuelve no sólo un libro, sino un organismo que aprendió a vivir.


En el centro de Zombiosis está una pregunta que atraviesa todo: ¿qué ocurre cuando el mundo que conocemos deja de ser sostenible? No solo por el apocalipsis exterior, sino por las fracturas internas que empiezan a descomponer lo humano desde sus cimientos. Alberto Nava Cortinas toma ese horizonte distópico no para hacer un espectáculo del fin del mundo, sino para explorar los pliegues más íntimos de lo que significa ser individuo, comunidad, cuerpo, y mente.
Una sala llena con un público atento y generoso.
Una sala llena con un público atento y generoso.

Las obsesiones que atraviesan la cabeza del autor están presentes en cada página: la manera en que los hongos se comunican como red inteligente y descentralizada, la fragilidad del yo frente a las sustancias psicoactivas, las visiones inducidas por el DMT, la posibilidad de otras dimensiones sensoriales, lo que queda de los vínculos cuando el arreglo social colapsa. Y en medio de todo eso, una pregunta insistente sobre cómo se narra el derrumbe cuando lo que se derrumba también es el lenguaje.


La novela, dividida en tres partes, no sólo construye un relato, sino que lo fragmenta. Esa decisión estructural se refleja incluso en la edición física: el libro no es un tomo tradicional, sino una caja que contiene tres unidades complementarias. La edición —realizada con el cuidado del equipo de Metropolificción— materializa la idea de que el sentido no está en un solo cuerpo sino en el ensamblaje, en la coexistencia. 
El amable público.
El amable público.

La materialidad del libro es también una declaración de intenciones. Aquí no se busca una lectura lineal, ni pasiva. Lx lectore se convierte en partícipe de un recorrido por capas, por desplazamientos, por zonas de sentido enrarecido. No es una lectura cómoda, pero sí profundamente estimulante. Zombiosis no ofrece respuestas: abre umbrales.

Quiero subrayar, además, que este libro existe gracias al trabajo colectivo: edición, corrección, diseño, acompañamiento crítico. Que esté hoy aquí, en nuestras manos, es prueba de que la creación de libros es una práctica que se realiza en comunidad. El gesto de publicación es también el de confiar en lxs otrxs: en quien lee, en quien forma, en quien corrige. Por todo eso, celebro hoy la publicación de Zombiosis. Porque no solo es una gran novela, sino también una forma de pensar el presente.
Yon Espinoza y Danae Peguero de la compañía Fractal Escénico.
Yon Espinoza y Danae Peguero de la compañía Fractal Escénico.
Danae Peguero
Danae Peguero
La simbiosis
La simbiosis

El simbionte entre el público
El simbionte entre el público

Felicito abiertamente a su autor, Alberto Nava Cortinas, por inaugurar con esta obra una etapa que, sin duda, es ya fértil e inquietante. El libro está a la venta —por cierto— a un costo accesible de 300 pesos. Pero más allá del precio, lo que contiene es una apuesta por lo literario como experiencia, como dislocación, como memoria de un mundo que tiene posibilidades de ser encarnado en el presente. 


Maira Colín García

Texto para la presentación performática de la novela Zombiosis en el Centro Cultural España, 11 de junio 2025.



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