Zombies, ciencia ficción y ciencias sociales
A pesar de que el género de los zombies está generalmente más asociado en la mente del público con el horror sobrenatural, la verdad es que tiene más de un lazo con la ciencia-ficción.
Desde clásicos seminales como la película NIGHT OF THE LIVING DEAD de Romero en 1968, donde la infestación zombie es causada por la “radiación” de la sonda espacial que regresaba desde Venus, hasta los videojuegos más recientes de RESIDENT EVIL (y sus correspondientes adaptaciones cinematográficas), donde el apocalipsis zombie es en realidad una enfermedad, una infección causada por un agente patógeno creado por una corporación del gobierno. La historia reciente en el mundo real nos ha enseñado que la amenaza de un virus, una verdadera epidemia, nos asusta mucho más que monstruos que nos vienen a comer.
En efecto, es cada vez más frecuente encontrar historias de zombies con bases científicas más que sobrenaturales. Premisas que nos dan mucho más miedo que el vudú tradicional, que hasta risa causa hoy en día. Obras como YEAR ZERO del biólogo Brian Stableford o BONE SONG de John Meaney.
La saga de zombies más popular de nuestros días (nos guste o no), THE WALKING DEAD, se inclina muy claramente desde el principio por este enfoque biológico. Esto ha llegado hasta el punto en que hoy en día es extraño toparse con una historia de zombies con orígenes mágicos.
A partir de este nuevo inicio los zombies actuales se pueden manejar de maneras aún más novedosas que nunca antes, como en el relato THE DEAD de Michael Swanwick, o la novela TERMINAL CAFE de Ian McDonald, donde los muertos (que no necesitan dinero para comer ni descansar) compiten con nosotros por los pocos empleos disponibles.
Los temores de Trump son hechos realidad y el obrero promedio norteamericano se queda desempleado por culpa de estos “invasores”. Es decir, los zombies nos atacan ahora donde más nos duele. ¡Nuestros padres nunca tuvieron que lidiar con una amenaza tan insidiosa!
Armando Saldaña Salinas
@Armando0827